domingo, 16 de marzo de 2014

Derrota ante el Jaén

Víctor RIVERA | Jaén | Enviado especial de LA NUEVA ESPAÑA Durante algunos minutos, el Sporting fue segundo en la clasificación. El sol radiaba intenso sobre el campo de La Victoria, Scepovic acudía puntual a su cita con el gol y encarrilaba un triunfo que se intuía cómodo y el Recreativo perdía en casa ante el Castilla. La tarde parecía perfecta. Hasta que el Sporting se paró. Así, de repente, el equipo entregó su estandarte, agachó la cabeza y aceptó el castigo, que fue severo. La necesidad volvió inclemente a un Jaén que nunca se conformó con el empate porque durante una hora mereció la victoria. Incluso más, de no haber mediado Cuéllar, crucificado en Éibar a pesar de tantas tardes de gloria. No es fácil encontrar las causas del desvanecimiento sufrido por el Sporting, pero hay que ponerlo en contexto con lo sucedido en Éibar y en El Molinón ante el Numancia. Como si en pleno marzo, el Sporting sufriera astenia primaveral.

Nunca es buen momento para sufrir una crisis de estas dimensiones, pero menos que nunca en la recta de meta. El Sporting se ha quedado clavado en un sprint que viene lanzado. Los resultados son malos. La imagen, temible. Las dudas han calado en el sportinguismo que asiste incrédulo al derrumbe de un equipo. Desde aquel gol fuera de plazo de Toché en Riazor, que evitó que el Sporting accediese al liderato, los rojiblancos han entrado en caída libre. Los síntomas son más que preocupantes y Sandoval no lo tiene fácil para hacer reaccionar a un equipo que ha recibido ocho goles en los últimos tres encuentros.

Ya se dijo en el pasado verano, que el Sporting asumía un riesgo terrible con la escasez de efectivos para la defensa. El Sporting viajó a Jaén sin alternativas para la zaga y con Mandi en estadodepresivo. El canario ha tenido que adaptarse a una posición que no es la suya y, aunque ha cumplido a lo largo del año, parece haberse colapsado. Ayer cometió hasta tres errores de gravedad mayúscula que se suman al de Éibar, que ya le mandó al banquillo ante el Numancia. No es el único que no está a lo que se rifa. Varios futbolistas de la plantilla están muy lejos de su mejor nivel y el equipo se está resintiendo.

Como suele suceder, en los momentos críticos emergen los futbolistas importantes. En el Sporting son Cuéllar (las dos paradas consecutivas a Jona y Fran Machado desautorizan cualquier crítica), Scepovic (un goleador implacable en el que se centran las esperanzas del sportinguismo por reconducir esta situación) y Dejan Lekic, el futbolista más infrautilizado de esta plantilla. El serbio confirmó ayer que es un jugador como la copa de un pino y que su suplencia es un lujo que el Sporting no puedepermitirse. Sandoval sacrifica a Lekic para jugar con bandas, cuando sus extremos decepcionan una semana tras otra.

Se echó en falta a los centrocampistas. Ni Nacho Cases, ni Sergio estuvieron a la altura de las necesidades. El Jaén fue dueño y señor del centro del campo, del balón y del ritmo del partido con un puñado de jugadores tan dignos, como modestos. La gran noticia es la vuelta de Bustos, cuya presencia será un alivio para una defensa zaherida.

El golpe ha sido duro y es evidente que el Sporting se tambalea. Las señales que emite el equipo son las peores en un momento crucial de la competición. Es la hora de ver la mano del entrenador. Si Sandoval consigue rearmar al equipo y reconducir la situación, habrá alejado las sospechas que le han perseguido desde su llegada a Gijón.

Cuando Scepovic remachó a la red una dejada de Álex Barrera tras un saque de banda de Luis Hernández prolongado por Bernardo a los dos minutos de juego, ni el más optimista de los aficionados locales podía imaginar cómo acabaría la tarde. Empezó a torcerse con la absurda lesión de Álex Barrera. Sandoval pareció dudar, mandó calentar a Isma López y luego rectificó para sacar a Mendy y centrar a Carmona. El cambio no le sentó bien al equipo. Que fue dando pasos atrás hasta sentir el pecho de Cuéllar en su espalda. Al tiempo, Mandi comenzaba a dar síntomas preocupantes en formade patadas al aire y entradas a destiempo. El balón frecuentaba demasiado el área de Cuéllar, por lo que no sorprendió a nadie el empate.

Jona y Scepovic firmaron intercambiaron sus credenciales de goleadores de primer nivel. Al serbio le falló el equipo y la derrota le amargó un doblete que lo consolida al frente de la tabla de goleadores con la impresionante cifra de veinte dianas. Jona tuvo mejores guardaespaldas, como Óscar Rico que se destapó con un partido excelso. Dio el pase del primer gol y marcó el tanto de su vida picando el balón sobre Cuéllar tras pintarles la cara a Lora y Bernardo. El gol de Rico llegó unos minutos después de que Valdés Aller se diese mus en un claro penalti de Óscar Quesada a Lekic. El gigante serbio inició la jugada del empate con un soberbio pase con el exterior que comprometió a Nacho Cases. El de La Arena se vio sólo y se le hizo de noche antes de controlar el balón y rematar. Le echó un cable Scepovic, que acudió con la caña para fijar unas tablas que parecían definitivas.

No se conformó nunca el Jaén, que olió el miedo de su rival y cargó con decisión en pos de la victoria. Un balón que cruzó el área de un lado a otro, acabó con un centro blando y pasado de Víctor Curto. Jona sacó un cabezazo duro que dobló las manos de Cuéllar y que sentenció al Sporting. Ahí se acabó todo.

El reto de levantar a este equipo está sobre la mesa. El Sporting es ahora un rival herido, que desconfía de sí mismo y con los nervios a flor de piel. Las discusiones entre futbolistas fueron una constante durante todo el partido de ayer. Otro síntoma de que algo no anda bien dentro del vestuario. La categoría está tan apretada y los favoritos avanzan a paso tan lento, que el Sporting tiene tiempo para levantarse. Pero debe asumir que las oportunidades se agotan y que no alcanzar este año el objetivo sería un rotundo fracaso. El Sporting es capaz de todo. Incluso de superar su peor momento de la temporada.
Fuente y foto: Lne


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