viernes, 27 de febrero de 2015

Minuto 79 de partido. En pleno acoso y derribo del Valladolid, el Sporting se estira en busca de un balón de oxígeno. La grada del José Zorrilla ruge en una curiosa dicotomía. Más de 4.000 aficionados rojiblancos, entre 18.212 espectadores, copan la Tribuna B y se hacen sentir fuera de casa, mientras se muerden las uñas con cada ofensiva del equipo de José Luis Mendilibar, que no da tregua. 'Tati' Maldonado bota una falta desde la derecha. Vuela su balón al segundo palo. Aparece entre una confusa maraña de futbolistas la cabeza de Mate Bilic para hacer un inesperado 1-2. Preciado, con paso nervioso, eleva los puños al cielo y abre las dos manos, mostrando a sus futbolistas que quedan solo diez minutos para que el Sporting se plante en la última jornada dependiendo de sí mismo para lograr la salvación ante el Recreativo, ya descendido. Ese tiempo que falta, no obstante, se convertirá en un calvario que ha mutado en épica con el paso de los años.

El último gran partido en Zorrilla surgió en una mágica tarde-noche de fútbol, el 23 de mayo de 2009, en la que el Sporting se jugaba en Valladolid alcanzar la última jornada con cierta tranquilidad. El propósito que ambicionaba Mendilibar y sus futbolistas era viajar al Benito Villamarín, en el último partido, sin preocupaciones. Porque el Betis también se jugaría la permanencia en ese desenlace. «Recuerdo casi todo de aquel partido, desde el minuto 1 al 93», asegura desde Split Mate Bilic, uno de los héroes de aquella jornada con su oportuno testarazo final.

Pero hubo muchos héroes aquel día: los miles de aficionados que sortearon las dificultades planteadas desde Valladolid; Diego Camacho, que enmudeció Zorrilla con un potentísimo disparo desde treinta metros que no vio Sergio Asenjo para adelantar al Sporting en el marcador; Iván Cuéllar, con aquella espectacular mano que sacó en el minuto 90 a un disparo de Cannobbio... «A todos los que estuvimos en aquel partido siempre nos quedará esa imagen final, con miles de personas gritando en la grada. Fue inolvidable», rememora el croata, quien asegura sobre el tanto que marcó que «el empate no nos valía y la grada ya cantaba los típicos cánticos de 'a Segunda', pero tuvimos esos momentos de inspiración y tuve la fortuna de marcar. Es uno de los goles que más recuerdo y más especiales de mi carrera».


Casi seis años después, con otra visita menos trascendente y fructífera entre medias (2-1), Bilic observa el partido de mañana con emoción. «Nadie daba un duro por este equipo y ahora viaja a Valladolid como un claro aspirante a Primera», enfatiza el goleador del RNK. «El Sporting tiene mucho más carácter y fuerza que el Valladolid, aunque ellos tienen más experiencia y mucho nombre, pero en Segunda no se logran los éxitos solo con eso».


Fuente: Comercio Digital

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